10 COSAS POSITIVAS QUE NOS TRAJO EL COVID-19.
Ha sido un trimestre difícil emocionalmente. La pérdida de parte de la clase que construimos en 3 años, y no de forma natural o por convencimiento o interés pedagógico, ha sido uno de los golpes más duros que he tenido que vivir profesionalmente como maestra.
Creamos un vínculo muy especial en el confinamiento, entré en sus casas a través de las videoconferencias y el aula virtual, las mamás y papás dejaron de ser “de” para pasar a tener nombre directo y convertirse en mis manos. Qué nervios sentía antes de comenzar las videollamadas cuando no solo estaba con mis chicos sino también con los adultos al lado escuchando mis indicaciones, qué bonito picnic vivimos disfrazados de chulapos en la fiesta de San Isidro, cómo nos reímos en las sesiones de maquillaje, psicomotricidad... y cómo disfrutamos en la última fiesta de fin de curso, baile incluido. No perdimos contacto hasta el 20 de junio que cerramos, como siempre, nuestro curso escolar. Decidir qué 8 alumnos salían del aula fue muy duro pero necesario por temas de salud.
Tuve la suerte de contar con el apoyo de las familias, que lo entendieron, la incorporación al equipo de una excelente maestra con más ganas y energías de las que yo misma contaba, y el cuidado de mi compañera de nivel que me vio realmente herida y fue capaz de socorrerme. Siempre os estaré agradecida.
Observar la felicidad de mis chicos en el otro espacio empezó, poco a poco, a dar de nuevo luz a este curso tan oscuro. Ahora nos hemos convertido en 50 niños repartidos en 3 espacios bajo la supervisión de 3 tutoras, que hemos formado un gran equipo. Hemos dado la vuelta a esta situación especial para convertirlo en una verdadera propuesta pedagógica en la que creemos. Una mejora de calidad de enseñanza que permite una atención más individualizada, que genera un clima del aula más tranquilo y equilibrado, que nos permite trabajar las raíces y volver a la esencia de la Educación Infantil. Una ratio entre 17 o 15 alumnos en un aula es el ideal al que tenemos que dirigirnos de forma natural; ya hemos comprobado que se puede. Es lo que siempre he defendido por encima de nuevas o viejas leyes educativas. Esto es lo que los maestros tutores necesitamos, menos ratio, y lo demás, por supuesto, que siga sumando.
No solo ha sido un reto emocional sino también organizativo; control de espacios, eliminación de materiales, individualización de mucho de ellos que antes eran compartidos, turnos de usos, cuarentenas preventivas, nuevas rutinas... Aderezado todo ello con la incertidumbre, nuevas medidas de seguridad e higiene, el miedo a no hacerlo bien o contagiarse, cambio de pareceres, indicaciones, a veces, contradictorias. Todo un reto de ingenio al que nos hemos enfrentado en el aula y al que hemos ido dando soluciones y cambios, porque la distribución inicial con la que partimos ha ido cambiando ante nuevas necesidades y ajustes a la realidad del aula. Y nos lo queríamos perder.
10 cosas que ha mejorado el COVID-19 este curso en mi aula de Educación Infantil:
- La ratio, no hay palabras es evidente.
- El calzado: Entramos en el aula con calzado específico para clase. Como dicen mis chicos “Los crocs, Ana”. Ya llevaba un tiempo queriendo implantar esta rutina, pero nada más que me encontraba con obstáculos: que si son pequeños, que si es un jaleo, que si se pierde tiempo, que no son capaces... Empecé en 3 años con los calcetines con suela como alternativa, no soporto el barro en el aula después de disfrutar en el huerto o patio, y era mucho más complicado; ahora ya no vuelvo a hacerlo de otra manera, esto se queda. Es una auténtica gozada por el nivel de autonomía que alcanzan. Al principio cuesta, como todo, pero si se le da el tiempo y la validez pedagógica que tiene introducimos en el aula una rutina que mejora considerablemente el ruido, la limpieza, la motricidad de nuestras manos, la coordinación, el sentirnos cómodos, a gusto, responsables, hábiles y más autónomos. Y aquí añado la incorporación del personal de limpieza por la mañana que ayuda a mantener nuestro espacio limpio y desinfectado.
- Los patios. Si es que da gusto, hasta me siento a hablar con ellos. Son tranquilos, no hay choques, se han reducido considerablemente las caídas, los conflictos y se crean grupos pequeños de trabajo muy interesantes de observar.
- La mejora del espacio de aula. Hemos dado un vuelco a la distribución dejando un espacio amplio, diáfano, limpio, que permite la gran asamblea y el movimiento. Todos los septiembres disfruto con la elaboración del plano de aula, este curso ha sido realmente complicado. Después de varios ajustes al planteamiento inicial ahora estoy encantada.
- La distribución de materiales comunes. Que ahora guardamos en el cuartito de almacenaje, manteniendo la clase despejada y fácil de recoger. Nos hemos pasado al minimalismo.
- La celebración de eventos. Más sencillos pero sin perder la esencia. Por ejemplo, hemos disfrutado de unas Navidades tranquilas, sin nervios de salidas, entradas, festivales... las cosas de otra forma también se pueden disfrutar y sin meter más presión o estrés a un cierre de trimestre.
- Los tacos de yoga, que ya utilizábamos en 3 años pero que ahora han sido imprescindibles en la asamblea al no tener alfombra. Sirven para todo, marcan el espacio, nos ayudan a mantener una postura correcta, no ocupan mucho espacio, son de uso personalizado y se convierten en otro elemento esencial en nuestras sesiones de psicomotricidad y relajación.
- Los compartimentos individuales como las bolsas para los abrigos, que han dejado de estar tirados en el pasillo; los contenedores transparentes, donde centralizamos nuestro material individual.
- El impulso tecnológico. Tenemos aula virtual, trabajamos con Teams, somos expertos en vídeo conferencias. Ya nos iniciamos con un nivel alto, porque nos gusta trabajar todos los contenidos STEAM, pero nos hemos superado.
- El trabajo en equipo y coordinación de nivel, imprescindible para no convertir el trío en un desastre. Hemos aprovechado nuestras fortalezas individuales para complementarnos, repartir cargas y minimizar las debilidades. Respetando la individualidad de cada aula, no tenemos que hacer lo mismo pero sí compartir y enriquecernos de todas y cada una de las diferentes experiencias que surgen en las tres aulas.
Claro que también han faltado muchas cosas. Por poner algunos peros para compensar y no ser tan positivos ante esta dura realidad, echamos de menos:
- Sobre todo a nuestros compañeros que faltan y los abrazos sin miedo.
- Juntarnos los 50 a votar propuestas o hacer nuestros pases de modelos.
- Los encuentros con otros niveles del cole.
- Las salidas.
- Las colaboraciones presenciales de las familias.
- La biblioteca.
- La sala de psico y el gimnasio.
- El aula de robótica e informática.
- El aula de música.
- El aula de naturaleza... menos mal que todavía nos queda el huerto.
No está todo, seguro que tú puedes añadir más cosas, siempre podremos sumar anexos, cada vivencia y percepción es diferente.
El trimestre que viene continuaremos creciendo e intentaré esforzarme para seguir escribiendo.
¡Feliz 2021! Mucha salud,
que vuelvan los besos y abrazos.
Autora
2 comentarios
Ana: ¡Que resumen tan maravilloso! Nunca se podría expresar mejor todo lo que ha conllevado este extraño trimestre.
ResponderEliminarMe uno a todas y cada una de tus reflexiones y agradezco el cariño, la paciencia, los consejos y el aprendizaje que me estás aportando día a día.
Pido al 2021 que nos permita disfrutar del minimalismo, de los pequeños momentos tan significativos con nuestros chicxs, las ideas compartidas, de las charlas y reflexiones metodológicas/pedagógicas y sobre todo salud física y mental para poder continuar en esta línea.
Te estimo.
Solo puedo decirte gracias de todo corazón Amiga. Sigamos disfrutando y comiéndonos el mundo.
EliminarSi tienes alguna pregunta estaré encantada de leerte.